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De primera categoría

29.01.09

Mundo Clasico

De primera categoría

Juan Krakenberger

Hubo mucha expectativa de escuchar al Cuarteto Casals, y esto quedó corroborado por la masiva afluencia de público, que llenó la Sala de Cámara. Y su actuación no defraudó: todo el mundo salió contento tras oírles tocar.

Para la ocasión montaron ex profeso los Tres cuartetos comprendidos en el op.71 de Haydn, obras que normalmente no se escuchan, salvo -como en este caso- dentro de un ciclo completo. ¿Por qué no se escuchan? Pues se da el caso que estos cuartetos no traen ninguno de estos temas formados por alguna melodía que se presta a ser tarareada luego, porque en estas obras Haydn utiliza motivos, casi siempre breves, que se prestan a ser desarrollados luego de forma contrapuntística, y que también puedan ser invertidos, o variados: en una palaba, que se presten para una labor artesana del arte de la composición. Y en esto, Haydn no ha sido hasta ahora superado: su manera de elaborar los motivos más sencillos es absolutamente genial, y en este op.71 queda constancia de ello. Y todo ello, con su acostumbrado buen humor, que aflora sobre todo en los movimientos finales, a través de ritmos alegres.

De los tres cuartetos que forman este grupo, el nº 3 resulta, posiblemente, el más atractivo -los otros dos también lo son- pero este tiene algunos detalles, que llaman más la atención, como por ejemplo el ‘Menuet’, que es encantador o su ‘Vivace’ final, en el cual hay un rapidísimo unísono justo antes de los últimos compases, para poner a prueba la limpieza de los ejecutantes.

Todo ello y mucho más relució a través de la versión que nos ofreció el Cuarteto Casals. Como suelen hacerlo, en música barroca o clásica asume el primer violín Abel Tomás, que con gran tino tocó su parte sin jamás pretender ser protagonista: fue precisamente por ello que escuchamos con enorme claridad las voces interiores, y así pudo uno apercibirse del formidable trabajo del compositor. Muy importante también, la base del violoncello de Arnau Tomás, que solamente en contados pasajes tiene protagonismo pero que siempre está presente con el bajo, para lograr una sonoridad atractiva. El segundo violín y la viola, perfectos en sus respectivos cometidos. Haber montado estos tres cuartetos para esta ocasión, con pocas oportunidades de volver a ejecutarlos juntos, es muy, muy meritorio. Y que hayan conseguido hacerlo tan bien, es aún más meritorio. Y quiero terminar por subrayar lo ‘europeo’ de esta performance: exento de todo materialismo o perfeccionismo técnico, el Cuarteto Casals ha sabido imprimir a estas versiones la cultura centenaria europea, que reúne contenido y forma y los hace una unidad. Es esto lo que más me impresionó oyendo estos tres cuartetos, casi desconocidos, de Haydn.

La última obra inscrita en el programa, el Cuarteto nº 2 de Felix Mendelssohn, op 13, recordando el segundo centenario de su nacimiento, es cronológicamente hablando, el primero, compuesto en 1827 cuando tenía apenas 18 años de edad (el nº 1 fue compuesto dos años más tarde: avatares de las ediciones). Hay alguna confusión sobre la numeración. En la edición Peters la obra ejecutada figura como Cuarteto nº 1 op 12.

Este cuarteto tiene los cuatro movimientos de rigor, pero con variantes. El primero empieza con una introducción lenta, antes de entrar en materia. El segundo, la famosa ‘Canzonetta’, tiene una parte central ‘Piú mosso’, que anuncia las peripecias de Puck en el Sueño de una Noche de Verano, composición de varios años después. El ‘Andante espressivo’ invita a varios cambios de tempi, con indicaciones como largo, con fuoco, espressivo o tranquillo y el último hace lo mismo, pero esta vez se trata de tomar aliento antes de unas nuevas variaciones de la idea central. Y -esto sí es atrevido- la parte del primer violín termina la obra con los mismos once compases con que terminó el primer movimiento. Los demás instrumentos tocan estos once compases con ligeras variaciones, para adaptar la sonoridad del conjunto a un fin que respira infinita paz y tranquilidad. Tal es así que cuando terminó la ejecución de la obra, hubo unos 5 o 6 segundos de absoluto silencio en la sala, antes de que irrumpieran los aplausos. Prueba fehaciente del genio de este joven compositor -¡18 años, ver para creer!- y de la maravillosa interpretación que el Cuarteto Casals nos brindó. Sin exagerar en ningún momento la expresividad, la calidez sonora del conjunto supo imprimir a esta música su cándida profundidad. ¡Mendelssohn como debe ser!

Ante los prolongados aplausos, y después de los tres saludos de rigor, nos brindaron una versión salpicada de humor e ironía de la Polka de Dmitri Shostakovich. ¡Delicioso postre!

Otro pleno acierto del Liceo de Cámara, cuya temporada ha sido hasta ahora de una calidad superlativa. ¡Que siga la buena racha!

09/02/2009