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El mejor cuarteto

05.07.12

levante

El mejor cuarteto

Cuarteto Casals
Palau de la Música
Obras de Boccherini, Ligeti, Purcell y Beethoven. 5 de mayo
Los conocimos en Monserrat hace ocho años y debutaron en el Palau aún no hace tres. La tercera actuación del Casals a la que he podido asistir me confirma su imparable tendencia al progreso en la excelencia. Con todos sus miembros en edades comprendidas entre los treinta y pocos y como mucho una década más, el grupo se encuentra en un estupendo estado de sazón interpretativa. Sin duda alguna nos hallamos ante el mejor cuarteto de cuerdas español en la actualidad.
Más que de simple variedad, la impresión que sobre el papel producía el programa era de disparidad. Sin embargo, tras la audición solamente las cuatro fantasías de Purcell parecieron haber sido insertadas con abuso del calzador, por más que el nivel de la ejecución no desmereciera en absoluto del resto. La versión de su Op. 32, nº 5 presentó a un Boccherini tranquilo aunque en absoluto melifluo y rematado con una deliciosa cadencia del violín primero a cargo de Abel Tomás. En el Op. 135 de Beethoven se jugó de modo magistral la baza del control de las regulaciones dinámicas: en el Allegro inicial llegó a maravillar por momentos la gracia con que se acertó a conferir a cada motivo aquel tono de tanteo titubeante evidentemente pretendido por el compositor; en la primera sección del Lento, las ligeras personalizaciones del fraseo realizadas por el violín primero, ahora en manos de Vera Martínez.
Para muchos de los oyentes que llenaron encantados tres cuartos del aforo de la Iturbi, el gran descubrimiento de la velada fue el Primero de Ligeti. Compuesto en 1953-4, ya su subtítulo Metamorfosis nocturnas pone de manera inequívoca en una pista bartokiana luego cualquier cosa menos desmentida.
Pero lo que de él fascina es la ambición con que la deuda se convierte en parodia a menudo hasta hilarante o detalles como la genial combinación de lo etéreo y lo mecánico en las sombras finales, una concepción tan convincente (y moderna) como cualquiera de las posteriores alumbradas por Ligeti. Puso la guinda una Danza del molinero de Falla en magnífico arreglo de David Quiggle, antiguo viola del grupo.

Alfredo Brotons Muñoz