LA GRANDEZA DEL CUARTETO CASALS
01.09.10
Santiago Martín Bermúdez - SCHERZO
He oído por ahí que resulta sorprendente que el Cuarteto Casals grabe un disco que consista
en un recital de estos tres húngaros. No sé el porqué de esa sorpresa. Es cierto que el Casals surge en un medio nacional como el nuestro que es poco dado a las formaciones de cámara, pero una vez dicho eso más vale olvidar las nacionalidades, que son un lastre para entender las cosas si vamos más allá de señalar un lugar de nacimiento. El Cuarteto Casals se ha convertido en una de las formaciones de referencia europeas y mundiales porque su repertorio tiene esa vocación, y porque su nivel de preparación, exigencia y ejecución también lo tiene.
Y no hay más que discutir. Lo suyo es escuchar ese Bartók, que el Casals desgrana con lo que podíamos llamar un dramatismo medido. Lo medido es eso, el relato, el drama, no tanto la tensión, que hay que darla por supuesta una vez que escuchamos las piezas de los otros dos compositores.
La medida de la tensión, aunque acaso parezca curioso, se hace más necesaria en las
miniaturas de Kurtág, incluso en los episodios del Cuarteto de Ligeti, precisamente porque hay mucho en muy poco espacio (¿hay algo más weberniano?). En el Cuarteto de Bartók el Casals se permite un paseo por una zona peligrosa, por decirlo así; y eso les obliga a crear algo parecido al suspense. En Kurtág hay una descripción de zona desolada (¿tras la
batalla, tras la catástrofe?) y eso mediante apuntes llenos de sentido y sugerencia, sin relato.
Y eso obliga a otra tipo de prestación, acaso el del susurro, del mezzoforte hacia gamas más bajas, pero con el ademán de la violencia que se resuelve sin estallar. Nos preguntamos si en este recital es la secuencia de Kurtág la que informa las lecturas
de los otros dos compositores. En tal caso, para el Casals no sería su Bartók el que condicionara a los otros, sino su Kurtág tocado el que da luz a las otras dos lecturas. No se trata de una secuencia temporal, sino de un espíritu que ilumina a tres partituras, aunque a partir de una de ellas. ¿O es una ilusión por nuestra parte?
En fin, un disco excelente, bello y con esa tensión que a veces se disfraza de sosiego. Y que tiene mucho que ver con la desolación. Esta expresión y estas ejecuciones indican que esta formación, el Casals, que cumple ahora trece años de vida, ha alcanzado la plena madurez como cuarteto.